Tienes un informe pendiente por entregarle a tu jefe, pero prefieres ponerte a organizar la ropa de tu closet. Debes terminar un trabajo para la U, pero lo dejas para después de que termines de lavar los platos. Si estas situaciones te parecen familiares, probablemente eres un procrastinador, al igual que millones de personas.
Eso no significa que eres perezoso o que te guste perder el tiempo. Organizar el closet y lavar los platos también son responsabilidades, ¿no? Lo que realmente debemos entender es por qué lo hacemos. ¿Qué hay detrás de esta peculiar actitud? La respuesta es muy sencilla: Emociones. Es la forma en la que tu mente trata de enfrentar sentimientos como ansiedad, aburrimiento y frustración. Al hacer otras tareas que también son útiles, pero menos importantes, nuestro cuerpo siente algo de satisfacción y alivio, pero es pasajero. Una vez tengamos que volver a nuestra labor principal, probablemente volverás a sentirte igual.
Ya sea porque la tarea en sí genera esas emociones o sea algo más de fondo, es importante ser consciente de que estás procrastinando para que puedas mantenerte enfocado en lo que realmente es importante.
Algunos ejercicios para mejorar y dejar de procrastinar es mantenerte motivado, hablar con amigos o colegas del trabajo que te inspiren y te ayuden a enfocarte nuevamente, que te permitan encontrar razones para seguir. Intenta también cambiar de ambiente y de encontrar lugares que te ayuden a mejorar la productividad, lejos de la TV y otros ruidos que te roben la concentración. Además no esperes a que llegue el momento perfecto para hacer esa tarea, el mejor momento siempre es ahora. Y por último, refuerza tu mente con productos naturales como Kapizen, que te ayudan a mejorar tu rendimiento mental, mantenerte enfocado e incluso a mejorar la memoria.
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